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Además de ser hoy día obispo auxiliar de Santiago, el padre Galo Fernández es Vicario Episcopal para el Clero y Vicario para la Zona Oeste.
El 12 de diciembre de 1987 fue ordenado sacerdote, de manos del entonces Cardenal Juan Francisco Fresno. Sus primeros seis años de sacerdocio lo vinculan profundamente con nuestra parroquia.
Desde la ordenación presbiteral hasta marzo de 1994 monseñor Galo Fernández fue vicario parroquial de la parroquia Nuestra Señora de las Mercedes - Los Castaños, estos primeros pasos en su vida como sacerdote los define como “fantásticos”.
Su llegada a la parroquia la recuerda muy bien, pues fue a solo seis días de haber sido ordenado sacerdote.
“Llegué a la Parroquia Nuestra Señora de las Mercedes - Los Castaños, el viernes 17 de diciembre del año 1997, ese fin de semana, me 'estrené' como cura. Había cierto desconcierto en la parroquia por la partida de los sacerdotes de los Sagrados Corazones. Pero si algunos pensaron en protestar por ello, como me lo confesaron más adelante, prefirieron callarse al verme tan flaco y tan joven”, dice el obispo.
En esos años, aún no se había construido el actual templo de nuestra parroquia. Fue junto al P. Julio Dutilh y al P. Cristóbal Lira que tuvo la misión de llevar adelante el proyecto de construcción de la nueva iglesia. Así recuerda el Padre Galo esa época, “El viejo galpón tenía su encanto, se sentía una comunidad muy cercana y familiar, aunque por cierto eran muchos los que quedaban afuera. Hubo una comisión excelente para reunir los fondos. Recuerdo unas libretas familiares en la cual se ponían estampillas para completar un metro cuadrado de construcción y también una suerte de 'barómetro' que informaba sobre el porcentaje de logro de la campaña. Después fueron las misas en el patio, debajo de una maya de Kiwi con una comunidad que nunca decayó”.
En el servicio pastoral le correspondió formar la pastoral de confirmación de jóvenes. “Comenzamos con un grupo de jóvenes que se ofreció espontáneamente para ser monitores. Fue un tiempo de gracia y de muchos aprendizajes para el ministerio que Dios me tenía reservado más adelante al servicio de la evangelización de los jóvenes. Tuve la alegría de acompañar el reencuentro del grupo scout de la parroquia, el querido Quitrahue, con quienes participé con entusiasmo y pasión a lo largo de esos seis años”.
También tuvo la oportunidad de animar la pastoral social, momento en que comenzó la campaña de las cajas de navidad que luego se extendió para tantas parroquias “y ha permitido poner un sello evangélico en medio del bullicio comercial que impera en torno a la navidad”.
Hoy el Padre Galo se siente agradecido de lo vivido en nuestra comunidad y de “tantos rostros, tantos hermanos. Siento gratitud a Dios por esos maravillosos primeros años de ministerio sacerdotal”.