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Apreciados amigos,
Hacía tiempo que no compartía pensamientos con ustedes, ¿razón? estuve en una peregrinación a Tierra Santa con un maravilloso grupo de personas, en su mayoría, pertenecientes a nuestra parroquia. Terminado nuestro caminar por esas benditas tierras de Jesús, tuve la suerte de poder visitar al P. Antonio Giacona, quien vive y trabaja en su ciudad natal Catania, que queda en Sicilia, Italia. Les envía un cariñoso saludo.
Ya cuando aterrizó el avión en la loza de nuestro aeropuerto capitalino, me di cuenta que volvía a un país distinto del que había dejado unas semanas antes. Todo convulsionado. Inseguridad por todos lados. Miles de personas manifestándose por un cambio. Vandalismo. Carabineros y soldados por todas partes. Servicios públicos cerrados y destruidos.
Siempre he dicho que “no hay mal que por bien no venga”.
En ese estado estamos: viendo qué puede salir de bueno con todo lo que está sucediendo. No sé cuántas veces he rezado la oración de San Francisco: “Señor, haz de mí un instrumento de tu paz”… Todo este mal que existe en nuestra sociedad jamás podrá extirparse con la violencia. El amor todo lo puede. ¿Cómo lo hizo Jesús para que la sociedad de su época y las civilizaciones posteriores se llenaran de nuevos valores? Únicamente por medio del AMOR.
El Papa San Juan Pablo, en su visita a Chile en 1987, les dijo a los jóvenes, en el Estadio Nacional:
“Amigos míos, el mensaje de vida que el Papa quiere transmitir a los jóvenes chilenos es: ¡Buscad a Cristo! ¡Mirad a Cristo! ¡Vivid en Cristo! Este es mi mensaje: «Que Jesús sea “la piedra angular” (cf. Ef 2, 20)… No puede haber auténtico crecimiento humano en la paz y en la justicia, en la verdad y en la libertad, si Cristo no se hace presente con su fuerza salvadora… No tengáis miedo a las exigencias del amor de Cristo. Temed, por el contrario, la pusilanimidad, la ligereza, la comodidad, el egoísmo; todo aquello que quiera acallar la voz de Cristo.
Cristo nos está pidiendo que no permanezcamos indiferentes ante la injusticia, que nos comprometamos responsablemente en la construcción de una sociedad más cristiana, una sociedad mejor. Para esto es preciso que alejemos de nuestra vida el odio; que reconozcamos como engañosa, falsa, incompatible con su seguimiento, toda ideología que proclame la violencia y el odio como remedios para conseguir la justicia. El amor vence siempre, como Cristo ha vencido; el amor ha vencido, aunque en ocasiones, ante sucesos y situaciones concretas, pueda parecernos incapaz. Cristo parecía imposibilitado en la cruz. Dios siempre puede más”.
Palabras tan válidas ayer como hoy.
Comprometámonos con sanar la herida que tiene nuestro Chile. Para ello, en primer lugar, la oración por sobre todo. Y luego nuestro trabajo esforzado y generoso de mostrar al mundo que el amor es posible.
Donde haya odio, pongamos amor…
Que nuestra mamá del cielo, la Santísima Virgen María, interceda ante su hijo Jesús por nuestra patria y por todos y cada uno de nosotros.
En la caridad de Cristo Misionero, los saluda y bendice, su párroco,
Roberto Espejo Fuenzalida, Pbro.