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Queridos hermanos en la fe,
Y han pasado 50 días desde que celebramos Pascua de Resurrección. Un tiempo lindísimo en que pudimos celebrar y meditar lo más profundo de nuestra fe. Ahora, llenos de alegría vemos cómo el Espíritu Santo mueve nuestros corazones a la acción, como movió a los Apóstoles en aquel momento a, sin miedo, decir Jesús es el Mesías, el Salvador.
El Espíritu Santo ha sido derramado sobre el mundo y sobre nuestros corazones. Él es el espíritu de la vida, es el espíritu de la santidad, es el espíritu defensor, abogado y maestro.
El Espíritu Santo derramado sobre la Iglesia, hace que ésta sea fortalecida y permanecerá para siempre con los discípulos de Cristo.
Él nos iluminará y nos sostendrá cuando los acontecimientos y las situaciones exijan de nosotros el testimonio claro y explícito del Evangelio.
El Espíritu Santo nos ayudará a discernir los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio. De esta manera, cada generación de creyentes podrá responder de modo adecuado a las interpelaciones del mundo y de Dios.
El fruto de la Resurrección de Jesucristo es la donación del Espíritu, que como una primicia nos garantiza la transformación definitiva de nuestra existencia fraterna.
La acción del Espíritu en la vida de la Iglesia es permanente haciendo viva y efectiva la acción de Dios. En este día de Pentecostés pidamos la gracia al Señor de dejarnos interpelar por Él y con la certera acción del Espíritu, dejémonos transformar para la gloria de Dios.
Feliz día de Pentecostés. Valerosos y fuertes, anunciemos a Jesús ahí donde estemos.
Les deseo a todos la abundancia del Espíritu.
Los saluda y pide al Señor por todos ustedes, su Párroco,
Roberto Espejo Fuenzalida, Pbro.