Queridos amigos,

El evangelista San Marcos nos relata el episodio de la Tempestad Calmada. En la tradición de los pueblos de Oriente Medio el mar ha sido siempre el lugar de las fuerzas del mal, opuestas a Dios. Jesús deja la orilla de Cafarnaum para pasar a la otra orilla, que en esa época era tierra de paganos. En medio de la travesía se levanta un fuerte temporal, como si las fuerzas del mal quisieran obstaculizar la difusión del evangelio del Reino de Dios.

Los Apóstoles experimentan la tormenta en la barca. Se ha hecho oscuro. Jesús “duerme” en el puesto del timonel, desde donde marca el rumbo de la nave. Las olas rompen contra la frágil barca que se llena de agua. Hay confusión, miedo, desorientación, gritos… Despiertan a Jesús. “¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?”

Las tempestades, los problemas, las dificultades a veces nos sorprenden, nos hacen perder la confianza tanto en la misma “barca-Iglesia” como también en nuestra fe en el mismo Jesús. Pero El siempre está muy presente como nos lo prometió: “Y Yo estaré con ustedes siempre hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20).

Con estas palabras llenas de consuelo y fortaleza, es que podemos cambiar el mundo que nos rodea y comprometernos especialmente con el dolor ajeno y no quedarnos atados al pasado, con cuestionamientos que entorpecen el caminar personal y de la Iglesia.

Jesús está siempre con nosotros para darnos fuerza e iluminar las sombras en que nos sumimos por nuestra falta de fe y confianza. ¡NO TEMAN, TENGAN FE!

P. Roberto Espejo F.

Párroco

19 de junio de 2015