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Esa afirmación no es un hecho aislado y obedece a la implementación de la ideología de género, cuya penetración cultural se está haciendo sentir en muchos lugares, incluido Chile.
El tema ha sido instalado y debemos actuar en defensa de los niños y adolescentes, a los que se busca robar su inocencia.
Como lo advierte la Congregación para la Educación Católica, se difunde cada vez más la conciencia de que estamos frente a una verdadera y propia emergencia educativa, en particular por lo que concierne a los temas de afectividad y sexualidad. En muchos casos han sido estructurados y propuestos caminos educativos que «transmiten una concepción de la persona y de la vida pretendidamente neutra, pero que en realidad reflejan una antropología contraria a la fe y a la justa razón» (1).
En Australia los obispos han debido editar recientemente una guía para explicar a las escuelas católicas los criterios pastorales que permitan orientar a los padres con hijos que han sido confundidos en su proceso formativo por la educación ideologizada por el género.
La desorientación antropológica que caracteriza a esta ideología es profundamente destructiva y busca actuar en todos los ámbitos. Veamos algunos ejemplos para ver si abandonamos el “efecto espectador” (otros harán el trabajo por mí).
En el ámbito familiar pretende desestructurar la familia, negando erradicar que ella se conforma entre un hombre y una mujer. Para la ideología de género son lícitas “todas las formas de familia”. Es reflejo de este avance en nuestro medio la actual definición de matrimonio que hoy contiene el art. 102 del Código Civil: “El matrimonio es un contrato solemne por el cual dos personas se unen actual e indisolublemente, y por toda la vida, con el fin de vivir juntos, de procrear, y de auxiliarse mutuamente”. Este cambio fue introducido por la Ley Nº 21.400 de 10 de diciembre de 2021, bajo el gobierno del Presidente Piñera (que le puso urgencia a esa ley para su aprobación).
En el ámbito del lenguaje se busca uno que erradique la distinción entre femenino y masculino, para incorporar uno que sea “inclusivo”, como es el uso del “todes”, entre otras manifestaciones. Los excesos a que esto nos llevará se anticipa en lo acontecido hace poco el Irlanda; en ese país el profesor Enoch Burke fue despedido del colegio y luego encarcelado por negarse a cumplir una orden judicial que lo obligaba a usar los pronombres “elle” en lugar de “él”, para tratar a un estudiante. El caso sigue en desarrollo, pero revela por lo que tendremos que pasar al haber aceptado silenciosamente que nuestros jueces hayan sido adoctrinados y se les oriente a resolver con “perspectiva de género”.
Particular afán tiene esta ideología por cambiar la forma de educar a nuestros niños. Fiel reflejo de esto es el cuestionamiento a la función de los juguetes que nos ayudan a socializar a los niños. De la definición clásica de juguete, como “el objeto con el que los niños juegan y desarrollan determinadas capacidades”, la ideología comentada los ve como un instrumento que transmiten “estereotipos y roles de género que limitan la elección de juego de los niños y niñas”.
Lo anterior luego continúa sin complejos en los planes de educación, que se encaminan a promover “la capacitación” del profesorado en materia de educación afectivo-sexual, para que faciliten los conocimientos emocionales, psicológicos y sociológicos, así como didácticos necesarios para promover una adecuada educación en valores de género; también se busca con ello adecuar al proceso de “educación integral” incluyendo la perspectiva de género transversalmente “en lo que tiene que ver con la educación afectivo-sexual”.
Si lo anterior no fuese suficiente, este avance se proyecta al reconocimiento de los “derechos progresivos de los niños y adolescentes” a cambiar su identidad sexual mediante procedimientos médicos en “clínicas de género”.
En nuestro país el problema no es diferente a lo que está ocurriendo en otras latitudes. La Ley Nº 21.120, publicada el 10 de diciembre de 2018 reconoce y da protección al derecho a la identidad de género. Esta normativa ya ha comenzado a extender su ámbito de aplicación, tal como se aprecia en la Resolución 812 del Ministerio de Educación, sobre el “Derecho a la identidad de género de estudiantes”, en la que se instala todo el aparato conceptual proclive a esta ideología para facilitar su proclamación en esta batalla cultural que deberemos enfrentar.
El avance de la ideología de género en Chile ha contado con un apoyo político transversal. Por tal razón, debemos influir por todos los medios lícitos que estén a nuestro alcance, para evitar que en el debate sobre la nueva Constitución se siga avanzando en esta lacra. Para ello necesitamos que nos representen personas valientes y decididas, que no tengan complejo en defender una verdad antropológica que viene dada por orden del Creador.
La antropología cristiana busca dignificar a cada persona por ser hecho a imagen y semejanza de Dios. No es cristiano pretender organizar toda la sociedad a partir de una visión sexual, que más encima niega la realidad. Tampoco es honesto que las perversiones de algunos se traten de normalizar a través de la educación de niños y adolescentes.
Pidamos a Jesucristo, que no dé la fortaleza e inteligencia para enfrentar esta grave amenaza que se cierne sobre nuestro país, especialmente para nuestros niños y adolescentes.
Crodegango
(1) Fuente: Educatio.va