"Unidos en Cristo para Evangelizar"
23 de Mayo de 2023
Un desafío permanente
 


Estamos concluyendo en mes de mayo, el que hemos dedicado a rezar por las vocaciones sacerdotales.

Conviene dejar planteadas como permanentes las preguntas que el Padre Hurtado les formulaba en un retiro a un grupo de jóvenes: "Si Él te llamara, ¿qué le dirías? ¿En qué disposición estás? ¡Pide, ruega estar en la mejor!" (Un disparo a la Eternidad, “Vida en Abundancia”, p. 68).


Como comunidad eclesial tenemos que examinar, con toda franqueza, qué obstáculos existen para que muchos acudan al orden sacerdotal. 


El desafío permanente es generar en nuestros hogares las condiciones para tener una vida espiritual cristiana, que dé frutos, entre ellos, vocaciones sacerdotales.

 

Todo esto supone tomar resoluciones en varios aspectos. 


Como lo sintetiza Illanes, “el hombre que no trasciende el nivel de lo inmediato, de lo meramente sensible, de lo autorreferencial, que vive de modo superficial o frívolo, que se deja arrastrar por la pura sensualidad o se encierra en el egoísmo, es un hombre que no alcanza el nivel de lo verdadera y propiamente humano”. “En él hay vida, pero no propiamente hablando, vida espiritual. Se trata, en suma, de un hombre que decae de la condición, plenitud y riqueza a la que está llamado. Por el contrario, el hombre que, con ocasión de cuanto entraña el ordinario vivir, es capaz de interrogarse, de volver sobre sí mismo hasta percibir la hondura o amplitud de su espíritu, a la vez, la riqueza de cuanto le rodea, es un hombre que se realiza en cuanto tal, es decir, según lo que reclama su humanidad” (Illanes, José Luis, Tratado de Teología Espiritual, Pamplona: Eunsa, 2007, pp.19-20).


En palabras del Catecismo: "El camino de la perfección pasa por la cruz. No hay santidad sin renuncia y sin combate espiritual" (cf 2 Tm 4). El progreso espiritual implica la ascesis y la mortificación que conducen gradualmente a vivir en la paz y el gozo de las bienaventuranzas: «El que asciende no termina nunca de subir; y va paso a paso; no se alcanza nunca el final de lo que es siempre susceptible de perfección. El deseo de quien asciende no se detiene nunca en lo que ya le es conocido» (San Gregorio de Nisa, In Canticum homilia 8). (CIC 2015).


Pidamos con especial fervor para que en esta fiesta de Pentecostés muchos jóvenes sean dóciles al Espíritu Santo, y no pongan obstáculos para recibir la gracia especial que los llevará a convertirse en los sacerdotes de Cristo, en favor de su Iglesia (CIC 1581).


Crodegango

 






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