"Unidos en Cristo para Evangelizar"
25 de Junio de 2021
Los Papas del siglo veinte (V)
 


Eugenio Maria Giuseppe Pacelli, que se convertirá en Papa con el nombre de Pío XII, su pontificado duró 19 años, de 1939 a 1958.

Pio XII (1939-1958)

Eugenio Maria Giuseppe Pacelli, que se convertirá en Papa con el nombre de Pío XII, nació en Roma el 2 de marzo de 1876, hijo de Virginia Graziosi y Filippo Pacelli. Fue ordenado sacerdote el 2 de abril de 1899. Creado cardenal el 16 de diciembre de 1929 por Pío XI. Su pontificado duró 19 años, de 1939 a 1958.

Nuevamente, es el horror de la Segunda Guerra Mundial, con su secuela de muertos y miseria, uno de los sucesos que marcan los primeros años de este pontificado. Como todos los papas del siglo XX, a este le correspondió dar doctrina en varios temas que empezaron a surgir en esta etapa.

El 27 de octubre de 1939 aparece Summi Pontificatus, su primera Encíclica. En ella denuncia las causas morales de la profunda crisis que vive la humanidad por su alejamiento de Dios. Son elocuentes las siguientes palabras del Papa:

“20. Hoy día los hombres, venerables hermanos, añadiendo a las desviaciones doctrinales del pasado nuevos errores, han impulsado todos estos principios por un camino tan equivocado que no se podía seguir de ello otra cosa que perturbación y ruina. Y en primer lugar es cosa averiguada que la fuente primaria y más profunda de los males que hoy afligen a la sociedad moderna brota de la negación, del rechazo de una norma universal de rectitud moral, tanto en la vida privada de los individuos como en la vida política y en las mutuas relaciones internacionales; la misma ley natural queda sepultada bajo la detracción y el olvido”.

“21. Esta ley natural tiene su fundamento en Dios, creador omnipotente y padre de todos, supremo y absoluto legislador, omnisciente y justo juez de las acciones humanas. Cuando temerariamente se niega a Dios, todo principio de moralidad queda vacilando y perece, la voz de la naturaleza calla o al menos se debilita paulatinamente, voz que enseña también a los ignorantes y aun a las tribus no civilizadas lo que es bueno y lo que es malo, lo lícito y lo ilícito, y les hace sentir que darán cuenta alguna vez de sus propias acciones buenas y malas ante un Juez supremo”.

“22. Como bien sabéis, venerables hermanos, el fundamento de toda la moralidad comenzó a ser rechazado en Europa, porque muchos hombres se separaron de la doctrina de Cristo, de la que es depositaria y maestra la Cátedra de San Pedro. Esta doctrina dio durante siglos tal cohesión y tal formación cristiana a los pueblos de Europa, que éstos, educados, ennoblecidos y civilizados por la cruz, llegaron a tal grado de progreso político y civil, que fueron para los restantes pueblos y continentes maestros de todas las disciplinas. Pero desde que muchos hermanos, separados ya de Nos, abandonaron el magisterio infalible de la Iglesia, llegaron, por desgracia, hasta negar la misma divinidad del Salvador, dogma capital y centro del cristianismo, acelerando así el proceso de disolución religiosa”.

Su acción pastoral fue fecunda y utilizó todos los medios que tenía al alcance para llevar adelante una actividad misionera universal de la Iglesia Católica. Esto se aprecia, entre otras iniciativas, en la creación de cardenales de todas partes del mundo, incluido Chile, en la persona de Monseñor Caro (1866-1958). Fue un adelantado a su época en la utilización de los medios de comunicación. Junto a los clásicos documentos pontificios también utilizó la radio, en sus conocidos radiomensajes. En el caso de Chile emitió un Radiomensaje con motivo de la Inauguración de Radio Chilena, el 13 de enero de 1953, en el comienzo de una nueva etapa como radio católica. Debe causar emoción ver el cariño con que nos trata el Papa en esa locución, al expresar: “El pueblo chileno se gloría de ser una estirpe indómita que nunca ha cejado ante ninguna dificultad; de un excelente sentido práctico, que en las peores encrucijadas de la Historia le ha indicado siempre el camino seguro; de una gentileza y bondad natural, que a todos le ha hecho siempre amable y bienquisto (…)”.

Aunque no escribió, una Encíclica específica sobre la familia, como sus antecesores León XII y Pío XI, son más de ciento veinte documentos, cartas o discursos en los que se refiere a lo que llamaba la “célula básica de la sociedad”.

Es famoso su discurso a las matronas en 1951, donde les recuerda que: “(…) todo ser humano, aunque sea el niño en el seno materno, recibe derecho a la vida inmediatamente de Dios, no de los padres, ni de clase alguna de la sociedad o autoridad humana. Por eso no hay ningún hombre, ninguna autoridad humana, ninguna ciencia, ninguna “indicación” médica, eugenésica, social, económica, moral, que pueda exhibir o dar un título jurídico válido para una disposición deliberada directa sobre una vida humana inocente; es decir, una disposición que mire a su destrucción, bien sea como fin, bien como medio para otro fin que acaso de por sí no sea en modo alguno ilícito (…)”.

También es recordado su discurso sobre el verdadero amor conyugal, que luego sería recogido en el Catecismo de la Iglesia Católica, al señalar en el punto 2362: “Los actos [...] con los que los esposos se unen íntima y castamente entre sí son honestos y dignos, y, realizados de modo verdaderamente humano, significan y fomentan la recíproca donación, con la que se enriquecen mutuamente con alegría y gratitud” (GS 49). La sexualidad es fuente de alegría y de agrado: «El Creador [...] estableció que en esta función [de generación] los esposos experimentasen un placer y una satisfacción del cuerpo y del espíritu. Por tanto, los esposos no hacen nada malo procurando este placer y gozando de él. Aceptan lo que el Creador les ha destinado. Sin embargo, los esposos deben saber mantenerse en los límites de una justa moderación» (Pío XII, Discurso a los participantes en el Congreso de la Unión Católica Italiana de especialistas en Obstetricia, 29 octubre 1951)”.

También resultaron novedosos los criterios recogidos en Miranda Prorsus, Encíclica sobre el cine, la radio y la televisión, de 8 de septiembre de 1957. Allí se reconoce que estos nuevos medios técnicos “sirven para multiplicar las fuerzas y las posibilidades físicas del hombre, otros para mejorar sus condiciones de vida; pero hay aún otros que miran más de cerca a la vida del espíritu y sirven, directamente o mediante una expresión artística, a la difusión de ideas, y ofrecen a millones de personas, en manera fácilmente asimilable, imágenes, noticias, enseñanzas, como alimento diario de la mente, aun en las horas de distracción y de descanso”.

En el documento citado propone un criterio que sigue siendo útil a todos los padres católicos sobre los programas que deberían ver nuestros hijos, al señalar:

“Débese tener muy en cuenta este carácter de sugestividad de las transmisiones televisadas en lo íntimo del santuario familiar, de donde se seguirá un influjo incalculable en la formación de la vida espiritual, intelectual y moral de los miembros de la familia y, ante todo, de los hijos que experimentarán inevitablemente el atractivo de la nueva técnica”. “Si pues en la vida física de los jóvenes, un germen infeccioso puede impedir el desarrollo normal del cuerpo; ¡con cuánto mayor razón un elemento negativo permanente en la educación puede comprometer su equilibrio espiritual y su desarrollo moral! Y ¿quién no sabe con cuánta frecuencia sucede que un niño que resiste al contagio de una enfermedad en la calle, se manifiesta privado de resistencia, si el foco de infección se encuentra en su propia casa?”

Al Papa Pío XII le debemos la definición como dogma de fe que la Virgen María, Madre de Dios, fue subida al Cielo en cuerpo y alma.

El magisterio de este pontífice obliga a examinar nuestra conciencia sobre los siguientes puntos: ¿He justificado el aborto y la anticoncepción? ¿Soy consecuente con mi fe al ver cine o televisión y al oír la radio? ¿Utilizo los medios de comunicación para difundir el Evangelio de Cristo?

Crodegango.






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