"Unidos en Cristo para Evangelizar"
20 de Agosto de 2021
La corrupción de lo bueno, lo peor.
 


Se discute en el parlamento la posibilidad de aprobar una ley de aborto libre, sin causales.

El alcance de este debate hace recordar la sentencia latina, corruptio optimi pessima, que se puede traducir como “la corrupción de lo bueno, lo peor”.

Normalmente cuando se habla de corrupción se piensa en un fenómeno vinculado a la concentración de poder y dinero asociado a la impunidad, a los abusos de posiciones de privilegio que fomentan la desigualdad, a estatutos de privilegios que algunos detentan para no cumplir las obligaciones y deberes que se impone al resto.

Para los cristianos, sin embargo, el concepto de corrupción es más amplio y comprende la degradación que significa toda iniciativa que atente contra el derecho a la vida. En efecto, forma parte irrenunciable de la ética política cristiana defender siempre la dignidad de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios. De esto derivan los derechos fundamentales del hombre y los deberes que tenemos respecto de todas las criaturas, en especial, para asegurar el derecho a la vida, desde su concepción hasta su muerte natural.

Revela una preocupante confusión que un político, que se exhibe como cristiano, sostenga que el derecho al aborto “es un tema de derechos humanos” o pertenece a la gaseosa formula de los “derechos sexuales y reproductivos”. Basta examinar el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia para comprobar el error de ese planteamiento:

“153 La raíz de los derechos del hombre se debe buscar en la dignidad que pertenece a todo ser humano. Esta dignidad, connatural a la vida humana e igual en toda persona, se descubre y se comprende, ante todo, con la razón. El fundamento natural de los derechos aparece aún más sólido si, a la luz de la fe, se considera que la dignidad humana, después de haber sido otorgada por Dios y herida profundamente por el pecado, fue asumida y redimida por Jesucristo mediante su encarnación, muerte y resurrección”.

“La fuente última de los derechos humanos no se encuentra en la mera voluntad de los seres humanos, en la realidad del Estado o en los poderes públicos, sino en el hombre mismo y en Dios su Creador. Estos derechos son «universales e inviolables y no pueden renunciarse por ningún concepto». Universales, porque están presentes en todos los seres humanos, sin excepción alguna de tiempo, de lugar o de sujeto. Inviolables, en cuanto «inherentes a la persona humana y a su dignidad» y porque «sería vano proclamar los derechos, si al mismo tiempo no se realizase todo esfuerzo para que sea debidamente asegurado su respeto por parte de todos, en todas partes y con referencia a quien sea». Inalienables, porque «nadie puede privar legítimamente de estos derechos a uno sólo de sus semejantes, sea quien sea, porque sería ir contra su propia naturaleza».

A mayor abundamiento, sostener que el aborto “es un tema de derechos humanos” no tiene sustento filosófico en el cristianismo. A modo de ejemplo, consideremos lo que señala uno de los filósofos más influyentes en la formación de los partidos políticos cristianos de todo el mundo en el siglo pasado, el francés Jacques Maritain (1882-1973). En una de sus más difundidas conferencias señalaba, los derechos humanos tienen una intrínseca relación con el bien común. Algunos de entre ellos, como el derecho a la vida o a la prosecución de la felicidad, son de tal naturaleza que el bien común sería puesto en peligro si pudiera el cuerpo político restringir en un grado cualquiera la posesión que los hombres tienen naturalmente (J. Martian, El hombre y el Estado, Ediciones Encuentro, 1983, p. 107).

Como se puede apreciar, es señal inequívoca de corrupción política que los que se dicen de inspiración cristiana compitan con otros actores, por quien es el más libérrimo en la promoción de la legislación que busca exterminar seres humanos en gestación.

Nadie podría escandalizarse que propuestas de este tipo surjan de las diferentes manifestaciones del humanismo ateo que, con mayor o menor radicalidad, buscan imponer proyectos que en este tipo de materias son una maciza contribución a la deshumanización. No es razonable ni tiene justificación que miembros de la familia humana promuevan el exterminio de otros miembros de la familia humana.

Para que lo anterior no quede en un plano teórico examinemos lo que ha conseguido la ley de aborto en tres causales, que hoy se quiere ampliar a una de aborto libre. Como se sabe, desde la publicación de Ley 21.030 en Chile se puede practicar sin sanción penal la eliminación de un ser humano en los siguientes casos: Causal 1: La mujer se encuentra en riesgo vital, de modo que la interrupción del embarazo evite un peligro para su vida; Causal 2: El embrión o feto padezca una patología congénita adquirida o genética, incompatible con la vida extrauterina independiente, en todo caso de carácter letal; Causal 3: El embarazo sea resultado de una violación, siempre que no hayan transcurrido más de doce semanas de gestación. Tratándose de una niña menor de 14 años, la interrupción del embarazo podrá realizarse siempre que no hayan transcurrido más de catorce semanas de gestación.

El Departamento de Estadísticas e Información de Salud del Ministerio del ramo tiene registrado los siguientes casos de asesinatos de niños en gestación, practicados en establecimientos públicos y privados del país entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de 2019:

Causal

Total casos / enero – diciembre 2019

n

Porcentaje

Causal 1

250

33%

Causal 2

394

51%

Causal 3

124

16%

Total

768

100%

Fuente: Sistema de Información IVE. DEIS, MINSAL. Fecha de extracción: 20-01-2019. 

 

Al examinar este horripilante fenómeno conviene recordar las proféticas palabras de Santa Teresa de Calcuta, dadas el 3 de febrero de 1994, cuando le dijo a la clase dirigente estadounidense con valentía: “la amenaza más grande que sufre la paz hoy en día es el aborto, porque el aborto es hacer la guerra al niño, al niño inocente que muere a manos de su propia madre. Si aceptamos que una madre pueda matar a su propio hijo, ¿cómo podremos decir a otros que no se maten? ¿Cómo persuadir a una mujer de que no se practique un aborto? Como siempre, hay que hacerlo con amor y recordar que amar significa dar hasta que duela”.

Aprovechemos la imagen de esta Santa, que está a la salida de nuestra Parroquia para pedir su intercesión ante Dios y poder revertir esta preocupante situación.

Crodegango






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