"Unidos en Cristo para Evangelizar"
10 de Noviembre de 2021
¿Qué aporta la moral cristiana?
 


El cristianismo es la mayor religión del mundo, con un 31% de la población mundial. En Chile ese promedio es mayor a la media mundial (70%).

Este hecho presente en nuestra realidad significa que existe un conjunto de personas que procuran seguir las enseñanzas de Cristo, tal como se aprecia en las distintas expresiones de Iglesias cristianas y sus comunidades.

Negar la existencia de los cristianos en Chile como actores relevantes del alma nacional solo revela una peligrosa miopía cuando no una actitud sectaria propia de un fanático.

Ahora, junto a las creencias dogmáticas, que conforman la fe de los cristianos, también siguen una serie de reglas morales que rigen sus actuaciones personales y sociales. 

A diferencia de otros planteamientos, la moral cristiana supera el plano en el que tradicionalmente se mueven las ideologías, que normalmente son visiones parciales y reduccionistas. En efecto, los cristianos tienen como punto de partida ser fieles a la llamada a su vocación de seguidores de Cristo, que nos invita a buscar siempre el bien común.

Por su parte, la Iglesia ha de ser fiel en presentar el mensaje moral del Nuevo Testamento y en exigir su cumplimiento. Las normas morales son para todos, puesto que no existen personas exentas de su cumplimiento. 

La coherencia de querer vivir la moral cristiana exige fortaleza y valentía, cuando no conductas intrépidas y audaces. Es desolador, a la vez que un mal ejemplo, ver que los que dicen profesar a Cristo con los labios, lo niegan con sus actuaciones.

Los primeros cristianos debieron lidiar con un mundo pagano que se resistía, como hoy, a nuestro mensaje. Entre otros testimonios, así se aprecia en San Ignacio de Antioquía, que fue condenado a morir devorado por las fieras.

Este obispo fue llevado a Roma y murió mártir el año 107, durante el gobierno de Trajano. Dentro de los mensajes dado a sus fieles se lee: “cuando el cristianismo es odiado por el mundo, la hazaña que le cumple realizar no es mostrar elocuencia de palabra, sino grandeza de alama”.

Los objetivos morales del cristianismo contrastan de manera evidente con el nuevo paganismo, que en muchos casos intenta diluir la base de la moral cristiana, para que desaparezca la regla objetiva que obliga siempre a diferenciar entre el bien y el mal.

El credo neopagano se empeña entre otras cosas: por negar la existencia de reglas morales objetivas; proponer como valores morales “contravalores”, que desconocen o niegan la moral; proponer como regla de actuación el hedonismo o el utilitarismo (puedo realizar todo lo que mi apetito me reclama o me es útil); el desprecio por el cumplimiento de las reglas, para llegar a un estado de permisivismo sin límite (aunque ello signifique intentar contra la dignidad de otros seres humanos); negar todo fin trascedente del hombre; legitimar la actuación por el mero capricho, sin considerar que existen deberes para con otros.

La lucha a la que estamos invitados los cristianos es a demostrar, con hechos concretos, que la moral cristiana siempre será superior a las distintas éticas paganas. 

Nos puede ayudar a concretar las pautas de actuación las palabras de San Juan Pablo II, cuando al visitar Colombia en 1985, señalaba:

“En efecto, a una sociedad secularista responde con una profunda experiencia de Dios, revelado en Cristo y por amor hecho inspiración en el servicio a los más necesitados.

 A una sociedad egoísta y consumista responde con el amor sacrificado y con la pobreza voluntaria, señalando caminos de austeridad con los que se pueden superar tantas dificultades de la hora presente.

A una sociedad a veces manipulada responde con la obediencia, como ejercicio soberano de la libertad, y a la sociedad hedonista responde con la castidad, que lejos de recortar la fuerza del amor le da alientos de universalidad.

A una sociedad ideologizada responde con el Evangelio, hecho norma de vida y con la voz de la Iglesia, su depositaria.

A una sociedad huérfana y carcomida por el odio responde con el amor al Padre, a los hermanos, preferencialmente a los más pobres, a los enfermos, a los marginados.

A una sociedad llena de angustias y sin horizontes responde con la seguridad de la esperanza y con la perspectiva amplia del humanismo fundado en la fe.

El mundo, América Latina necesitan una respuesta a estos retos. Y la Iglesia debe darla, sobre todo con sus fuerzas más vivas". (https://www.vatican.va). 

Pidamos a Santa María, que es auxilio de los cristianos, a que se nos dé la gracia divina para tener la grandeza de alma y la fortaleza para vivir siempre nuestra fe, incluso en la diversidad.

Crodegango

 






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