"Unidos en Cristo para Evangelizar"
20 de Enero de 2022
San Francisco de Sales y la santidad de los laicos
 


El santoral de la Iglesia Católica celebra el próximo lunes 24 de enero a San Francisco de Sales, obispo y doctor de la Iglesia.

Nació en Saboya el 28 de enero de agosto de 1567. Fue ordenado sacerdote en el año 1593. Murió en Lyon el 28 de diciembre de 1622. Fue canonizado el 19 de abril de 1665. Declarado doctor de la iglesia el 16 el noviembre de 1877. Es el patrono de escritores y periodistas católicos.

Este santo, entre otros aportes, nos legó un libro clásico de lectura espiritual, La introducción a la vida devota, escrito en 1609, y que cuenta con muchas ediciones posteriores. Se trata de un aporte original para su época, al formular una llamada universal a “la vida devota” a todas “las personas del mundo”. En el lenguaje contemporáneo, esto sintoniza con lo que el Concilio Vaticano II denomina la llamada universal a la santidad (Constitución Lumen gentium, capítulo V (N°s. 39-42). 

La fecunda actividad pastoral del santo, como sacerdote y obispo, le permitió conocer la profundidad del alma humana y plasmar en el libro referido una serie de consejos para buscar la santidad.

La importancia de este texto ha sido destacada en distintas épocas. Entre otros, el Papa Pío XI (1922-1939) señalaba en la Encíclica “Rerum Omnium”, de 26 de enero de 1923, que este santo había recordado que la santidad es perfectamente compatible con toda clase de oficios y condiciones de la vida civil, y cómo en medio del mundo cada uno puede comportarse de manera adecuada a la salvación del alma, siempre que se mantenga inmune al espíritu mundano. (www.vatican.va/content/pius-xi/it/encyclicals/documents/hf_p-xi_enc_26011923_rerum-omnium-perturbationem.html).

La introducción a la vida devota, no pierde vigencia, especialmente, cuando la falta de formación doctrinal de los fieles es un hecho objetivo y la vez doloroso. Hoy es más fácil para algunos tener tiempo para leer libros de “auto ayuda” o de religiosidades esotéricas que los clásicos de la espiritualidad. La preocupación por dar buena doctrina a los laicos fue el motivo del Santo para escribir este libro, al señalar expresamente que buscaba “instruir a los que viven en las villas, en las familias y en las cortes”. 

A grandes rasgos, La introducción a la vida devota explica la forma de vivir las virtudes y los medios que se deben disponer hasta que entreguemos nuestra alma al Señor. San Francisco de Sales no ahorra consejos para que podamos combatir las malas inclinaciones y evitar las cosas inútiles y dañinas a nuestra alma, desde la oración a cosas que pueden parecer de menor entidad como la correcta vestimenta. La forma de narración discurre a través de la formulación de consejos y consideraciones destinadas a Filotea, nombre que algunos han visto como un recurso literario que proviene de la inversión de la voz Teófila, que significa “la que ama a Dios”. 

Sin perjuicio de la utilidad que cada uno puede obtener de la lectura de este clásico espiritual, destaquemos algunos consejos que siguen vigentes para la búsqueda de la santidad personal:

- "La primera purificación que se debe hacer es la del pecado. El medio para hacerla es el sacramento de la penitencia. Buscarás, pues, el más digno confesor que pudieres; sírvete de algún libro hecho a este propósito, que ayuda a la conciencia a bien confesarse (…)".

- "Considera la incertidumbre del día de tu muerte. ¡Oh alma mía!, un día has de salir de este cuerpo, ¿cuándo será? ¿Será en invierno o verano?, ¿en la villa o en la aldea?, ¿de día u de noche? ¿Será de repente o con aviso?, será de enfermedad o accidente?, ¿tendrás tiempo para confesarte o no? ¡Hay de mí, alma es seguro que moriremos, y que siempre es más presto de lo que pensamos?"

- "Es cosa igualmente necesaria para no ser juzgados, el no juzgar a otros y juzgarse a sí mismos; porque como nuestro Señor nos enseña lo uno, el Apóstol nos ordena lo otro, diciendo: 'Si nosotros nos juzgamos a nosotros mismos, nosotros no seremos juzgados'. Pero vemos por nuestros pecados cuán al contrario hacemos, juzgando en cualquier ocasión a nuestro prójimo; y lo que nos es mandado, es que el juzgarnos a nosotros mismos no lo hacemos jamás".

- "El juicio temerario produce la inquietud, el menosprecio del prójimo, la soberbia y la satisfacción y agrado de sí mismos, y otros muchos defectos perniciosos, entre los cuales la murmuración tiene de los primeros lugares, como la verdadera peste de las conversaciones. ¡Oh, quien tuviera una de las brasas del santo altar, para tocar los labios de los hombres, y que así quedasen limpios de iniquidad y pecado, a imitación del serafín que purificó la boca de Isaías! Quien quitase la murmuración del mundo, quitaría una gran parte de los pecados e iniquidades".

- "Debe ser nuestro lenguaje dulce, agradable, sincero, natural y verdadero. Guárdate, pues, de los dobleces, artificios y fingimientos; porque aunque no sea bueno el decir siempre toda suerte de verdades, tampoco es permitido ir contra la verdad. Acostúmbrate a nunca mentir, ni por excusa, ni de otra manera, acordándote que Dios es el Dios de la verdad. Se vez que mentiste por descuido, y puedes enmendar la falta al punto con alguna explicación o reparación, enmiéndala. Una excusa verdadera tiene más gracia y fuerza para excusar que una mentira".

Este incansable pastor se presentó ante el Señor a los 55 años, dejando esta obra que ha sido traducida a distintos idiomas, y que ha servido a muchos fieles para profundizar en su vida espiritual. (Una biografía, VIGUERA, Valentín, San Francisco de Sales, Madrid: Palabra, 2015). 

La figura de este Santo obliga a examinar nuestra conciencia sobre los siguientes puntos: ¿Soy un laico que le interesa su formación seriamente? ¿Tengo un libro de lectura espiritual como ayuda para alimentar mi alma? ¿Me interesa de verdad conocer la doctrina de la Iglesia Católica? 

Crodegango

 






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